Robados pues los sueños de su vientre
viniste ya volátil, más bien muerto.
Ingente duda donde se concentre
el agua en las dársenas del puerto.
Destino de los mundos más lejanos,
lujuria desvaída e imprecisa
posada entre suaves cirujanos,
que fuiste ni trasunto ni premisa.
Paciencia desarmada e impotente,
camino de aridez rala y confusa
la espera lacrimógena y doliente,
rapaz fecundación de ciencia infusa.
Maldito nimbo oscuro que repele
las lánguidas cavernas y los mantos.
Oscuro afán de tierra que nos duele,
remotas las antífonas de santos.
Ya puedes escapar sobre la nube,
sonora ingravidez definitiva.
Ya puedes aclamar a quien te sube,
mi espíritu va roto a la deriva.
Abortos contraídos con papeles,
abortos que fecundan los subsuelos.
Aborto que te quiero con laureles
de vida que se rompe en mis desvelos.
Mujer que ajada llora, que no entiende
por qué se roba el mundo y la tiniebla
perenne de su núcleo no trasciende
tras este mar de agujas y de niebla.
Las clínicas florecen por las calles,
ahora le fecundan mientras duerme;
ahora te reducen a detalles,
silencio de un camino tan inerme…
La vida, ¿dónde está?, ¿dónde mi vida?
Alzar este retoño en las cloacas
hará de ti, de mí, una partida
con lazos, con trincheras, con estacas.
Y entonces se pondrán patas arriba
los zulos, las cavernas y los santos.
Y yo seré el canal y aquella criba
sumida de cenizas entre tantos.
Están los dos gametos pululando
por esa habitación, entre cristales
batalla por la vida comenzando
la búsqueda de embriones parentales.
Y mientras las mujeres que angustiadas,
buscando cercenar funesto estado
van llenas de aprensión y atribuladas,
¿por dónde mi retoño tan amado?
Y mientras regalado es terminar
las vidas ya recién han comenzado,
difícil es mi crédito eliminar
en lucha por la vida apasionado.
No pido sin embargo caridad,
ni objeto ser de lástimas o penas.
Yo quiero la justicia, la equidad,
huir de ejecuciones y condenas.
El cielo oculta ufano su sonrisa;
nosotros, como amantes tan ligeros,
alzamos nuestras manos y la brisa
nos toma los espíritus enteros.
El alma nos destruye compañera;
pensamos que vendrán tras nuestras ánimas
consuelo y la agradable primavera
tapando los hastíos y las lágrimas.
Se abren sin embargo las heridas,
jamás aquel agravio cicatriza.
El alma nos agita las salidas
y nunca nuestra huida finaliza.
Así de inapelable se nos muestra
aquella la razón por que existimos.
Funesta trascendencia que secuestra
la vida que con gozo perseguimos.
Hostil en grado sumo la avaricia
presenta multitud de divisiones.
Yo busco solamente una caricia
que inunde de humildad los corazones.
Yo pido a los estados que no importe
ni un céntimo la búsqueda de vida,
igual que fugaz se hace un pasaporte
ajando con crueldad la bienvenida.
Mi vida está en un túmulo olvidado;
su vida toma un rumbo de cenizas.
Estamos en momento denostado,
me atrapan entidades y balizas.
¿Por qué dejar el viento? Él es culpable
de sueños, de lamentos que finitos
inundan la verdad clara, palpable;
razón cual proteger a los proscritos.
¿Por qué vienen las almas entre mares?
Retoño que esculpir por las bahías.
No es frente que se pierda entre estos lares,
es sólo amor bruñido, alegorías…
Y fueron casi inútiles las almas
buscando sin consuelo las hazañas
nutriendo absurdas, fútiles las palmas,
un paso en que surtir estas entrañas.
In vitro reforzamos corazones,
cosquillas que se mueren en un lapso,
instante que revisa sinrazones:
embriones que reviven al colapso.