Deambulo por las paredes del intestino. Busco una salida. Miro hacia arriba y no veo luz. Es agotador este laberinto siniestro y oscuro. Voy de esfínter en esfínter, de boca en boca, de agujero en agujero, vomitándome a mí mismo. Percibo un funesto orden en este tremendo caos, paradigmático desorden de seres y no-seres que me cansa. Atribulado despierto en un rincón visceral, nebulosa vespertina y agria de este tremendo universo. Y me revuelvo otra vez en este aciago mundo sin saber qué camino tomar. Embadurnado de baba sideral, de puro saber, de mágicos alardes estelares, voy cansado y al tiempo furibundo buscando una salida. He traspasado tiernas paredes, he sido volteado en un éter glacial para ser automáticamente absorbido por una caverna atemporal. Me encuentro en un estado de perplejidad absoluta. ¿He salido? ¿O he vuelto a caer en el túnel de mi no-tiempo?