Ahora es el momento para recordar y pensar, claramente, que no hubo nada mejor. Que todo es tan útil como este momento, como la muerte que se nos viene encima. Y que el valor no es temporal, ni de nadie. Es tuyo, mío. Es el poder por el cual, ahora nos magnificamos, en este momento. Ni siquiera el mar, ni sus olas, ni nadie podrá decir nada. Lo que queremos es más importante que cualquiera de las dimensiones por descubrir y, aun así, nuestra finitud nos hace temblar porque hemos de morir. Hay más, todavía hay campos abiertos donde tú y yo descubrir que todo es diferente y que la palabra amor no es de aquí porque cerca hay chopos erguidos donde destapar un agua de raíces descarnadas. Donde convencernos de que tenemos sangre grana recorriendo nuestras arterias para que nunca el miedo nos recoja y seamos capaces de aflorar con el corazón en las manos. En nuestras manos.