Quiero rebasar la forma y llamarte al tiempo que derrito mi agonía en tu soledad de fieltro. Yo quiero verte desnuda a la luz del día. Desnuda como el árbol a su ave, de su nido a intervalos desierto. Yo podría hacer sangrar la luna para tener en mi labio tu aliento. Porque tú eres una composición arrancada a mis entrañas puras. Eres el agua que me asienta sobre el mar eterno de la ternura. Cuánto quisiera yo verte mañana y tocar tu pelo y mirar tus ojos y violar tu pecho y rozar tus labios. Podría ser el día más hermoso. Caer en el vacío de tu cuerpo, en el silencio mortal de tu cama y entre manos y besos, entre líquidos dirigir la voz de la madrugada. Bailar la sinfonía del paraíso en el mágico origen de tu carne, desdoblarte en recónditos rincones y en lo más hondo de tu vientre amarte. Perdida en el naufragio de mi mente te detienes en el órgano vivo. Todo eres tú, y así te neutralizas sobre el infarto cruel de mi latido.